martes, 23 de febrero de 2016

Entrevista a Antonio Núñez, presidente de la Peña flamenca “Fosforito” de Madrid



                                                                                              Por Alejandro García Galán

Antonio Núñez Fuentes nace en Peñalsordo en 1949 y el hecho acaeció en la calle de la Plata. Desde aquel momento su vida ha transcurrido, desde su estancia en el propio pueblo, con residencias habituales en el quinto El Chabascoso de Las Yuntas, pasando más tarde por Guadalmez, Almadenejos y por fin,  Madrid. En la capital del Reino lleva viviendo desde los 17 años, cuando llega por vez primera en 1964, hasta el presente, ya jubilado. A pesar de haber nacido en el mismo pueblo, nos conocimos a principios de los años noventa del pasado siglo y soy testigo, desde entonces, que dos son las grandes pasiones que guarda en su memoria nuestro paisano (obviemos el cariño a su familia: esposa, hijas y nietos), que son el flamenco, desde su más prístino recordatorio, y su pueblo, Peñalsordo.
   Desde muy chico, en su casa, en la calle y en el campo, Antonio oye cantar, que era la manera más natural de expresar sus familiares y paisanos sus propios sentimientos, haciéndolo a través de la copla y el flamenco. Lo “moderno” no había calado aún en el pueblo. Era también aquélla mi propia generación y puedo dar fe de lo que aquí señalo. Pero nuestro entrevistado de hoy tenía próximo a sí personas muy aficionadas al arte que él escuchaba con frecuencia en las voces de su abuela materna, Eustaquia, casada con   Vitorio “Faldiquera” y de sus tíos Nicolás, Sotero y Guadalupe, que entonaban bien, desde siempre, aquellos populares cantes, o palos para ser más exactos. Recuerda Antonio asimismo a sus otros tíos maternos también aficionados, junto a su madre Rafaela: Petra, Quica y Alfonso. Además, era costumbre por los años cincuenta, como ambos recordamos, que el cante en las tabernas del pueblo era costumbre habitual, con preferencia el flamenco y la canción española, muy especialmente entre borrachines y “pindongos”. Bares y tabernas serían muy frecuentados por estas costumbres; entre otros los de El Bilba, Chorrusco/a, o Almena, al que se conocía por muchos jóvenes con el alias de Almeníbiris, y el de “Mangas”. Y más tarde la taberna de La Parrala, del “hermano” Quico y la “hermana” Crisanta. Un poco más “respetados” serían los bares de Ramos y el del “Churro”, donde el cante resultaba más esporádico.
   (Antonio me comenta que siendo muy niño vio actuar en Peñalsordo al gran Rafael Farina, en una carpa redonda, con sombrero en mano, y que tiene esta vaga imagen del cantaor salmantino. Yo reconozco que no lo recuerdo, aunque sí sé que en nuestro pueblo actuó en 1954 la principiante Marifé de Triana, en la entonces Verbena de La Paloma, con gran aceptación entre los peñalsordeños).
Pasaremos a formularle algunas preguntas al paisano Antonio Núñez para conocimiento de cuantos aún no lo conocen.
Pregunta.- Antonio, ¿recuerdas?, nos conocimos en la Peña flamenca  “Los Verdiales” en Moratalaz, donde tú ejercías ya como vicepresidente de esta institución, que presidía otro paisano de Serradilla, José Luis Fernández. ¿Cuándo empezaste en esto del flamenco y de las peñas ya en Madrid?
Respuesta.-  Desde siempre estuve muy próximo al flamenco, pues como sabes, en Peñalsordo, por los años cincuenta había una gran afición por este cante, especialmente en las tabernas, pero también en el campo: cantaban en la besana o en la trilla; entre pastores y cabreros; o cuando los labradores iban con los mulos por los caminos a trabajar al campo. Yo escuchaba a aquellos hombres cantar y me entusiasmaba; pero fundamentalmente porque el flamenco lo tenía muy próximo a mí mismo. Toda mi familia era muy aficionada al cante, pero sobre todo tres de mis tíos maternos que he citado anteriormente: Sotero, Colás y Guadalupe, que lo hacían bastante bien. Por eso, cuando llego a Madrid con mi tío Alfonso, en 1964, pronto me integro en el barrio con gente de los mismos gustos y aficiones que los míos.
P.- Bien, Antonio. Tú llegas con 17 años y conoces aquel mundillo de personas conocedoras y amantes de este noble arte, que es el flamenco, pero ¿recuerdas algunos de tus compañeros con quienes te relacionabas por aquellos ya lejanos tiempos?
R.- Sí. Llego primero al Barrio de Bilbao y me establezco en una de las casas bajas que había por entonces en este barrio. En una de ellas había un bar y a él asistía un hermano de Flor de Córdoba con el que me relacionaba. Allí tocaban los guitarristas El Chato de Vicálvaro y Juanillo de Alba, al tiempo que aficionados  presentes en el local  le dábamos al cante. Y por allí andaba asimismo por entonces El Fary que grabaría su primer disco, unas bulerías “Los tres maletillas”, antes de llegar a la fama. En las tertulias de los bares de aquellos años se hablaba mucho de Rafael Farina y Porrina de Badajoz. Yo entonces era un aficionado puntero en festivales flamencos de los barrios de Madrid, coincidiendo por aquellos tiempos con cantaores que serían muy populares después, como José Meneses o Manuel Gerena.
P.- Cuando cumples 21 años, tienes que incorporarte en el servicio militar. ¿Dónde lo cumpliste y si tuviste en aquel tiempo posibilidades de practicar tu afición favorita por el flamenco?
R.- Sí, lo recuerdo bien. Me llaman primero a Badajoz -Villanueva de la Serena-, donde estaba la Caja de reclutas, y desde allí me envían al campamento en Almería, San Viátor, y más tarde al cuartel en Melilla. Efectivamente, rodeado de extremeños y andaluces, mis aficiones al flamenco pude practicarlas durante todo este tiempo de 17 meses en total, que fue el tiempo que dediqué para cumplir con la patria.
P.- Concluido tu servicio militar, vuelves a Madrid y empiezas a frecuentar las peñas flamencas que abundaban por la capital, algunas muy cerca de donde tú resides. También tomas contacto con un gran cantaor de la tierra, exactamente de Orellana, de donde toma el nombre, El Niño de Orellana, y también con Ramón Montoya.
R.- Regreso a Madrid y aunque yo ya tenía conocimiento de algunas peñas flamencas con las que tuve relación anterior, como antes te dije, ahora me voy a ir integrando de forma más intensa en algunas de ellas. Estuve cantando, siempre como aficionado, primeramente en las peñas de Fosforito y San Blas-Vicálvaro, en las calles Gerona y Villajimena. Esta última resultó muy interesante especialmente porque las actuaciones se ofrecían de 12 de la mañana a 16 de la tarde, y asistía mucha gente, y donde se establecía una gran amistad entre los presentes. En ésta de San Blas-Vicálvaro estuve dos años como presidente. Después, cuando nos conocemos tú y yo, por los comienzos de los noventa, sí era vicepresidente de la peña flamenca Los Verdiales de Moratalaz, donde he sido otros dos años vicepresidente y uno presidente.
P.- Antonio, hoy eres el presidente de una peña prestigiosa, la peña flamenca Fosforito, ubicada en Vallecas, donde os reunís los domingos por la mañana para cantar, y donde creo que existe un alto nivel entre los cantaores que actúan. ¿Podrías indicarnos qué habría que hacer para participar de estos actos? Principalmente como espectadores.
R.- La peña Fosforito está abierta a todo aquel que esté interesado en el flamenco, bien como asistente, bien como cantaor. El que quiera sólo escuchar viene y se sienta y el que tenga deseos de cantar, se pone en contacto conmigo y de ese modo yo le invito a subir al escenario y con el acompañamiento del guitarrista se le prueba la voz y si tiene cualidades, como aficionado, se incorpora. Así, puede cantar cada uno lo que sea de su agrado. Y de este modo se puede incluir como miembro de esta peña.
P.- A esta peña pertenecen aficionados de toda España; aparte de ti, como presidente, ¿hay otros extremeños en esta institución vallecana?
R.- Sí, el vicepresidente es también extremeño, de un pueblo cercano al nuestro, Benquerencia de la Serena. Se trata de Antonio Merino (1943), a quien se le conoce en su pueblo por El Capitán. Asimismo pertenece a la peña Eugenio Lozano, conocido como Eugenio de Badajoz, natural de Aceuchal (1949).
P.- Esta entrevista aparecerá en La Voz de Peñalsordo, un periódico local de nuestro pueblo. Volvamos, si te parece, a los comienzos. Señalaste de la influencia flamenca familiar que recibiste en los tres pueblos en los que pasaste tu infancia y parte de tu juventud, pero ¿recuerdas especialmente a alguien que te llamase la atención porque destacase por aquellos años y te gustase a pesar de tus cortos años? ¿Algunos referentes que te llamasen la atención en el propio pueblo? ¿los recuerdas?
R.- Efectivamente, por aquellos años de mi infancia eran bastante populares en Peñalsordo como cantaores flamencos Los Pelaos, Los Perianes y Los Roídos, estos últimos eran de mi propia familia materna.
P.- Antonio, si alguien del pueblo quisiese pasar a veros actuar algún día, ¿qué tendrían que hacer?
R.- Muy sencillo. Que se acerquen por la Peña Fosforito, situada en Vallecas, calle Perelada, 5, metro Alto del Arenal, de 12 a 16 horas todos los domingos. Pueden escuchar a los cantaores, totalmente gratis, y si les gusta pueden volver siempre que lo deseen. Así de sencillo.

Concluimos. Quiero terminar esta entrevista con un poemilla de Antonio Núñez, al que agradezco sus atenciones conmigo siempre que nos hemos visto, que me dedicó el día que lo conocí allá por los principios de los noventa y que había escrito para su pueblo y el mío. Reza así y es una petenera:
Peñalsordo a ti te llaman/ nombre propio y verdadero/ Badajoz te bautizó/ tu padrino fue un cabrero
Nos despedimos de nuestro paisano con los mejores deseos de que siga practicando y fomentando este noble arte del flamenco, sin duda una de las manifestaciones artísticas más bellas de entre los humanos, aun sabiendo que últimamente en nuestro pueblo y alrededores esté en franco retroceso, sustituido por otras tendencias sin duda más modernas. Tal vez el flamenco, también tan nuestro, vuelva a ser valorado algún día en el pueblo y se ponga de moda nuevamente, donde durante tantos años fue un referente popular de hombres y mujeres de Peñalsordo.