viernes, 16 de noviembre de 2012

Del porqué de la reivindicación de la Virgen de Guadalupe y 31 pueblos extremeños para la Provincia Eclesiástica de Extremadura



Por Alejandro García Galán

Durante los años correspondientes a la larga reconquista peninsular de los cristianos sobre los musulmanes, los reyes de Castilla premiaban a su nobleza más próxima, así como a otros colectivos por la ayuda prestada a aquéllos en tan magna empresa. Así, la Iglesia (los obispos), las Órdenes militares o simplemente nobles leales a los monarcas, eran obsequiados por éstos con grandes extensiones de terreno incluidas sus poblaciones y variadas riquezas. Es el caso del arzobispado de Toledo que obtendría extensísimos territorios, con el poder político y económico consecuente, además de religioso, que esto suponía para ellos. Así, las fronteras civiles y eclesiásticas en España, no sólo en el reino de Castilla, iban, con frecuencia, cada una por caminos diferentes. A día de hoy esas fronteras civiles y eclesiásticas suelen coincidir en la mayoría de las regiones españolas, entre otras razones, que conste, porque así lo requiere el propio Vaticano.
    Pero hagamos un poco de memoria para que el lector no avezado en el tema tenga suficiente claridad de los acontecimientos acaecidos durante estos últimos siglos, especialmente desde el 27 de agosto de 1953, en que se firma un nuevo Concordato entre España y la Santa Sede y en el que se consensúa por ambos gobiernos que "en lo posible, las fronteras eclesiásticas deben coincidir con las civiles". Y esto fue lo que se hizo prácticamente en toda España, salvo tres o cuatro pequeños casos aislados, entre otros el nuestro, con el agravante de que en él está incluida la patrona de Extremadura, la Virgen de Guadalupe, caso único en España y tal vez en el mundo cristiano.
   Obviamente, la ignorancia es el mayor obstáculo al que puede estar sometido un ser humano, y de ahí que muchos se aprovechen; por eso queremos recordar los siguientes hechos para conocimiento de todos nuestros paisanos extremeños. Hasta 1851, en que se firma el Concordato entre la entonces reina constitucional de España, Isabel II, y la Santa Sede, Toledo era dueña eclesiástica de los siguientes territorios:  
   Además de su propia demarcación provincial, estaban bajo su jurisdicción eclesial las provincias civiles de Madrid, Ciudad Real y Albacete; la mitad de la provincia de Guadalajara; la amplia comarca de El Adelantado de Cazorla en Jaén; tres pueblos con seis parroquias del noreste de la provincia de Granada, entre ellos Huéscar y Puebla de don Fadrique; y los 31 pueblos de Extremadura, de Cáceres y Badajoz, que son los únicos que siguen perteneciendo al arzobispado de Toledo, y sólo porque el arzobispo actual y los anteriores se han opuesto sistemáticamente a entregarlos a Extremadura. ¿Razones objetivas? Ninguna. Pero desmenucemos qué pasó con esos territorios "toledanos". En 1875 el papa crea el obispado de las Órdenes militares y una nueva diócesis para este recién nombrado obispo y elige Ciudad Real, con lo cual Ciudad Real –toda su provincia- se separa de Toledo, fundando un obispado propio. La segunda provincia que se desgaja de Toledo sería Madrid. Claro, se pensaba, ¿cómo la capital de España no va a tener un obispado propio?, y así, en 1885 se crea la nueva diócesis de Madrid-Alcalá, con catedral en San Isidro hasta que más tarde se terminase la Almudena.  Estas dos diócesis se forman, por tanto, en el siglo XIX, desgajándose ambas de Toledo. En el siglo XX, por los años cincuenta, habrá una gran reestructuración eclesiástica en toda España. Se fundan, entre otros obispados nuevos, San Sebastián, Bilbao, Huelva, Albacete…Tenemos Albacete con su provincia entera que se crea por esas fechas desgajándose de Toledo. La mitad de la provincia de Guadalajara, en ese momento en Toledo, pasa a formar parte de la diócesis de Sigüenza, fundándose la diócesis de Sigüenza-Guadalajara. La comarca de El Adelantado de Cazorla, eclesialmente toledana hasta ese momento, pasará a formar parte de la diócesis de Jaén. Y del mismo modo, los citados pueblos de Granada se incorporan en la diócesis de Guadix. Todo ello tras conversaciones entre el arzobispo de Toledo y los obispos de Sigüenza, Jaén y Guadix. No interviene nadie más, pues así quedaba reflejado en el Concordato de 1953, sólo los obispos afectados están autorizados para tales cambios. Tras esta reestructuración "toledana", tan sólo quedan al margen, sin resolver, los 31 pueblos de Extremadura que estaban y siguen estando en la diócesis de Toledo, simplemente porque las autoridades de aquel momento de este arzobispado no quisieron el cambio, aunque ciertamente se habló de ello. ¿Los motivos de entonces y de ahora? Para mí están muy claros. Son sencillamente económicos, aunque se manipulen con otros motivos. Por medio, recordemos, estaba Guadalupe con su monasterio. Y Guadalupe, todo el mundo lo sabe, produce mucho dinero. En la propia Extremadura de aquellos años también se produjo una gran reestructuración: dos pueblos de Cáceres –El Gordo y Berrocalejo- en la diócesis de Ávila, pasaron a Plasencia; 6 pueblos de Cáceres en la diócesis de Ciudad Rodrigo, pasan a Cáceres-Coria; pueblos salmantinos en la diócesis de Coria, pasan a Salamanca; pueblos de Coria pasan a Badajoz y pueblos pacenses pasan a Cáceres-Coria, y pueblos próximos a nosotros, como Cabeza del Buey o Castuera, más otros, pasan de Córdoba a Badajoz. No quiero entrar aquí con el resto de España, que fue amplísimo; pero el mismo Toledo recibió parroquias de Ávila (29) y Cuenca (7), porque estaban dentro de su propio territorio civil. Entonces ¿por qué se quedan en Toledo nuestros 31 pueblos aislados, siendo extremeños geográfica y políticamente? Sin duda, es para pensar.
   Por aquellos años cincuenta había muchos sacerdotes en España y era muy fácil hacer estos cambios, pasar los pueblos cacereños a Plasencia y los pacenses a Badajoz…, o crear simplemente una nueva diócesis extremeña como se propuso en algunos foros. Hoy argumentan, los que se oponen, que no hay sacerdotes en Cáceres y Badajoz. Y es verdad, pero tampoco los hay en Toledo, y si no, fijémonos: en los 31 pueblos extremeños "toledanos" tan sólo hay 18 sacerdotes, y éstos podrían quedarse realizando su ministerio donde lo están haciendo ahora. Si alguien no lo desea, puede optar por irse. La Iglesia católica, no se olvide, es universal y nos los enviarían de otros lugares de España o del mundo, ¿por qué no? Nosotros mismos lo hemos hecho durante siglos. Otra insensatez que he escuchado, es que en Toledo salen mejor preparados los sacerdotes que de Extremadura. ¡Qué error! Esa visión es un insulto a la inteligencia. La Iglesia católica prepara a sus sacerdotes de igual forma en cualquier lugar del mundo; dependerá sin duda de la capacidad y actitud de cada seminarista. Yo mismo conozco geniales sacerdotes que han salido preparadísimos de los seminarios de Coria, Plasencia o Badajoz. No se debe admitir tampoco ese "bulo". Estos son los 31 pueblos señalados: Pertenecen a tres arciprestazgos. En el de Guadalupe se incluyen Alía-La Calera, Bohonal de Ibor, Carrascalejo, Castañar de Ibor, Garvín, Guadalupe, Navalvillar de Ibor, Navatrasierra, Peraleda de San Román, Valdelacasa de Tajo y Villar del Pedroso. El arciprestazgo de Herrera del Duque lo conforman los pueblos de Bohonal de los Montes, Castilblanco, Fuenlabrada de los Montes, Helechosa de los Montes, Herrera del Duque, Peloche, Valdecaballeros y Villarta de los Montes. El  arciprestazgo de Puebla de Alcocer está formado por Baterno, Capilla, Casas de Don Pedro, Garbayuela, Garlitos, Peñalsordo, Puebla de Alcocer, Risco, Siruela, Talarrubias, Tamurejo y Zarza Capilla.
   Desde 1907, coincidiendo con la coronación de Nuestra Señora de Guadalupe como patrona principal de Extremadura, muchos extremeños empezaron a reivindicar Guadalupe para Extremadura. En Toledo no se les hizo caso; pero en Extremadura desde siempre ha existido ese "malestar" de muchos extremeños por tan anacrónico hecho. Así, en 2006 se funda la Asociación Cívica Extremeña "Guadalupex" (Guadalupe extremeña) que lucha para que estos 31 pueblos extremeños y nada más que extremeños, además de españoles, pasen a depender de la Provincia Eclesiástica de Extremadura, creada para todo el territorio extremeño  en 1994 por el papa Juan Pablo II. Toledo, una vez más, hizo caso omiso. Hemos de indicar asimismo que los tres prelados extremeños están por  la unificación de los 31 pueblos en las diócesis extremeñas. Como lo está igualmente el pueblo extremeño a través de la Asamblea de Extremadura, que representa la voluntad popular de los hombres y mujeres extremeños, y que votó en 2010, unánimemente, a favor de la incorporación eclesiástica en nuestra Región. Toledo ignora, tanto a la Asamblea de Extremadura como a Guadalupex o a las miles de firmas, más de 50.000, que se han recibido pidiendo la incorporación de la patrona de Extremadura y los 31 pueblos, en nuestras diócesis. El arzobispo toledano no se ha dignado ni tan siquiera recibir una sola vez a Guadalupex.
     Como el lector interesado puede suponer, este artículo podría ser muchísimo más amplio. Si alguien lo desea para mayor conocimiento del tema, puede entrar en Internet en mi artículo "Guadalupe y los demás pueblos extremeños pertenecientes a la diócesis de Toledo", publicado en el Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, del año 2008.
   Para terminar, quiero indicar, porque hay mucho desconocimiento al respecto, algo que resulta decepcionante. Con la aplicación de las Autonomías, el tema cultural pasó del gobierno central a los gobiernos autónomos. Así, lo que antes pagaba el gobierno Central, ahora lo paga nuestro gobierno regional. Sin ir más lejos, la techumbre de la iglesia vieja de Peñalsordo la financió la Junta de Extremadura, es decir, el dinero de todos los extremeños, si bien Peñalsordo pertenece a la diócesis de Toledo; las obras de la remodelación de la iglesia de Capilla, que supuso bastantes millones de pesetas, lo pagamos todos los extremeños, no Toledo ni Castilla La Mancha; igual sucedió con la importante restauración de la iglesia de Carrascalejo, provincia de Cáceres y diócesis de Toledo; y en el sacta santorum de Extremadura, es decir, en el monasterio de Guadalupe, la Junta lleva gastado asimismo importantes cantidades de dinero. Les recuerdo que, en referencia a la cuestión cultural de monumentos, se han hecho cargo por ley los respectivos gobiernos autonómicos. Estos son datos que conozco por proximidad, si bien, existen muchos otros. Hay otro apartado que debemos tenerlo muy en cuenta: El dinero que recaudan estos 31 pueblos en sus parroquias, va en cierta medida para Toledo. Recordemos esos sobres que se presentan a los feligreses con motivo del día del Carmen en Peñalsordo con el confuso nombre de "Colecta Especial" (a ver, ¿qué es eso?), pues bien, ese dinero, mucho o poco, yo creo en lo primero por la abundancia de sobres en las bandejas, va para Toledo y no se queda para la Virgen del Carmen, que tiene otras formas de recaudación. Es fácil deducir que si fuese el arzobispado de Mérida-Badajoz, que es el nuestro, quien administrase dichos ingresos, nuestra provincia siempre saldría ganando. Y la joya de la corona, Guadalupe. ¡Cuánto dinero entra en Guadalupe!, todos lo sabemos. Guadalupe es también una parroquia, y no sólo un monasterio, y como tal tiene sus obligaciones. Hemos dicho antes que los gastos de obras de conservación de los monumentos religiosos de estos 31 pueblos extremeños,  aunque estén dentro de  la diócesis de Toledo, lo paga la Junta de Extremadura, es decir, el dinero de todos los extremeños; las cantidades generosas que entran sobre todo el día de la Virgen de Guadalupe, Patrona de Extremadura, en parte, como parroquia, también va para la diócesis de Toledo. ¿Cuántas bodas se celebran, cuántas misas se dicen, cuántas comuniones se hacen al cabo del año? Calculemos y hagamos cuentas. Parece ser que el edificio actualmente necesita una gran reforma. ¿Quién pondrá el dinero necesario? ¿La diócesis de Toledo, la Junta de Castilla La Mancha o tal vez la Junta de Extremadura?
   Esta es la realidad de unos hechos desde tiempos seculares por la cual el arzobispado de Toledo, el actual y los anteriores, no quieren desprenderse de los pueblos extremeños, de modo particular de Guadalupe con su influyente monasterio. El anacronismo histórico que vivimos supone que la patrona de una región, Extremadura, en este caso la Virgen de Guadalupe, esté en otra región eclesiásticamente distinta, caso único en España y tal vez en el mundo entero, ¿no es para reflexionar? A ustedes, ¿qué les parece? Después de lo apuntado, añadimos una cosa más, y es que hay una razón fundamental para esta reivindicación nuestra: es que somos EXTREMEÑOS y no somos toledanos.