domingo, 15 de abril de 2007

Dj Faus, recorriendo Extremadura.


J. R. ALONSO DE LA TORRE

Mientras Extremadura entera se marchaba a la playa, a las procesiones o a los pueblos, yo recorrí el sur de La Frontera en compañía de Dj Faus. Viajábamos en una furgoneta con otros colegas en busca de reportajes. Pasar una semana con un Dj es toda una experiencia, sobre todo si entre él y tú hay un abismo generacional de un cuarto de siglo.

Pero vamos con las presentaciones: Dj Faus se llama en realidad Faustino Aliseda Pizarro, tiene 22 años, ha terminado un módulo superior de Sonido en Sevilla, vive en el barrio pacense de Valdepasillas y es peñalcuesco, gentilicio algo chistoso que nombra a los naturales de Peñalsordo.

Este pueblo extremeño se encuentra en La Siberia, a orillas del embalse de La Serena y a un paso de las provincias de Ciudad Real y Córdoba. Dicen que su nombre, tan curioso, tan de doña Rogelia, proviene de un pastor sordo que habitaba en unos peñascos apacentando un rebaño de ovejas. Pero Dj Faus no sabe distinguir los límites entre la fidelidad histórica y la ruralidad legendaria de la explicación.

Un guateque yeyé

También en Peñalsordo existen discotecas a la última con sus pinchadiscos. Lo de pinchadiscos es un térmigo tan gagá como guateque, yeyé o fiesta. Ahora, lo que hay son Dj y sesiones, ya sean house, techno o pachangueo. La discoteca peñalcuesca se llama Ánfora Chill Out y Faus es su Dj residente, que es algo así como un funcionario de la música con la plaza en propiedad.

En La Frontera existe un ramillete de Dj's (pronúnciese diyéis) de mucho prestigio: ahí están el casareño Dj Bici y otros como Dj Chechu, Jimmy, Pumuky, Tanaka o el reconocido Dj Martín, que ha pinchado en la meca de Djlandia: Ibiza. Estos profesionales tienen sus horarios, sus guardias, sus sueldos... Así, en Badajoz, un Dj cobra 100 euros por noche. Dj Faus gana en Peñalsordo 70 euros por sesión: empieza a pinchar a eso de la una y media de la madrugada y acaba al amanecer, a una hora difusa, confusa entre las siete y las diez de la mañana.

Eso sí, Dj Faus tiene gastos pagos. A saber: un bocadillo de bacon, queso, ketchup y mayonesa y entre siete y trece copas de ponche, su bebida profesional. ¿Ligar? «En invierno no me vaga», responde. ¿Y en verano? «En verano sí, porque pincho en un 'cuartichi' y las chicas me hacen visitas», reconoce. Faustino se convirtió en Faus a los 17 años, cuando empezó a trabajar sin medios. Después, sus padres le regalaron un equipo de Dj profesional de 1.200 euros. Mientras llega el verano y las visitas al 'cuartichi', Dj Faus aprovecha el mal tiempo para hacer remixes, ya lleva 20: graba sus propias sesiones, las edita, las masteriza y las reparte para hacerse popular, para sonar...

De lo de sonar doy fe: me he pasado la Semana Santa escuchando sus remixes a todo trapo en la furgoneta y he acabado haciendo ruidos extraños de ritmos endiablados: chasquidos con la lengua enlazados con pedorretas bucales y fricaciones velares... Un infierno.

Pero lo más interesante de convivir con un Dj es conocer su modo de vida, sus costumbres, habituarse a gestos y maneras que en principio te espantan. Por ejemplo, en los restaurantes, Faus pedía filetes de mero creyendo que era carne porque para un Dj joven, la carne es sagrada, el bacon, el plato estrella y la mayonesa, el ingrediente imprescindible. Todas sus comidas acababan con un flan de huevo con nata o sin postre. No era raro que comiera encapuchado.

Al acabar el flan, se levantaba sin disculparse y se tomaba el café en la barra. En los hoteles preguntaba sin inmutarse por el canal 47. Si le presentaban a un caballero desconocido de nombre Antonio o Francisco, al instante lo llamaba Toni o Fran. Se cruzaba por el medio sin pedir perdón y lo hacía todo con tal gracia y naturalidad que parecía más educado que nadie. Además, no dice tacos, los ha sustituido por una exclamación personal e intransferible: «!Oma!».