lunes, 20 de enero de 2014

CAPITULO 13: "La mentira tiene las patas muy cortas"





Por Pedro Galán 

Como todo refrán que se precie, falla pocas veces. De forma aguda y sentenciosa, sin meterse en la amoralidad del embustero, nos adoctrina sobre la precaución de no mentir, si no queremos que nos pillen.

También puede decirse que hay mentiras y mentiras, y solo algunas merecen el reproche de nuestra conciencia, si somos nosotros los pillados, o el vapuleo ajeno si quien miente es el contrario, para dejar constancia de las consecuencias del mentir.

¿A qué viene esto ahora?

Los que me siguen ya saben sobradamente del cariño mutuo que nos profesamos el de verde con galones y este que escribe de negro y con corbata, desde antaño, pero que desde un tiempo a esta parte coincidente con anécdotas de profesión, otras anéctotas del vecindario, y otras muchas padecidas en carne propia hacen de la novela entre el de verde y el de negro que no haya concluido su último capítulo.

Da comienzo el capítulo TRECE..., el doce era aquél de la perra maltratada, que acabó permitiéndole al animalito optar por  subirse a la ventana a su antojo o darle un muerdo en los cojones al que de verde se atreva a molestarla. ¿Os acordáis, verdad?.

Pues el capítulo trece no es tan ilustrado y conocido como el de mi foxterrier, pero como aquél, también tiene trazos que merecen su exposición, su análisis y su merecido vareo, como el que se le da al alcornoque para que le caigan las bellotas. (Podría haber utilizado el símil con la encina, o con el olivo-aceituna, pero le pega más el alcornoque, vaya por delante). 

El día de autos, la primera semana de octubre, esta vez sin maltrato de por medio, la protagonista (la llamaremos PILAR), se acercó al Ayuntamiento del pueblo, alertada de la presencia del de verde (le llamaremos ANGEL), quien se acompañaba de los adláteres que rondan el recinto temporal del poder, a saber le llamaremos FLORENCIO, y otros que por ser discretos no nombraré. 

Se formó tertulia, a la hora de comer, entre la "PILAR", el "ANGEL" y el "FLORENCIO", éste último está pero nadie le ha dado vela en el entierro, pero a la postre un personaje más. Dije tertulia, pero mejor es decir las cosas como son, de tertulia nada...para que no me digáis después que miento.  La "PILAR" que le encanta cantarle las cuarenta en bastos al de verde, según éste expone, le insulta, y le llama mentiroso, y le pierde el respeto  y lo que no está escrito, sobre su cobardía personal, omitido este último calificativo en el texto por lo mismo. El de verde, ofendido el uniforme y aprovechando la oportunidad que le brinda el traje, sin costo para él aunque sí para el Estado, tras aquel envite formula la denuncia con la esperanza de que sea esta vez, tras innumerables, le permita una tregua victoriosa, que los juzgados no le dieron, ni antes ni ahora.

Pero esta vez había testigos, el de su parte. Y hasta se inventaron uno, el propio alcalde del pueblo, que según versión interesada tuvo que mediar en la contienda.  Por poco salió una tal NIEVES también, pero no.  Solo al alcalde le dieron un papel en esta escena, aunque su aparición solo constaba en la narración de los de verde, porque "FLORENCIO" también actuaba de verde, aunque aclarando que su traje ya está apolillado.  

La pobre mía solo contaba con su porfía, con el impulso firme de su conciencia. Ella ni vio al alcalde ni casi a nadie, porque ella solo tenia ojos y boca para el de verde, debió ser eso ¡Y vaya boca!. Después nos hemos enterado, preguntado directamente, de que el alcalde supo de la noticia, pero no en directo, que ni salió ni intervino. ¿será por eso que no le llevaran de testigo también?  Pero entonces ¿porqué le dieron papel tan importante?. Libertad de guión del de verde, el "ANGEL", que finalmente se descubrió como un farsante en documento público, y no menos farsante al "FLORENCIO", que a tan poca distancia del primero se le contagia el mérito.

Y no queda ahí la cosa, en su empeño de enmascarar el atentado contra una autoridad, la presencia del de verde en el Ayuntamiento fue para "despachar asuntos sobre seguridad ciudadana" con el alcalde, como si Peñalsordo fuera la Gran Vía. Pero no, tuvo que ser su testigo el "FLORENCIO" quien nos aclaró después que iban a hablar de la fiesta. Lógicamente de la fiesta privada que se celebra al socaire del recién amurallado cuartel.  

¡¡¡ QUE CAGADA !!!.  Y ya van dos.  Y después fueron tres, y cuatro, y cinco.  Muchas más, pero estas últimas no están documentadas, por eso no las nombro.  Bueno nombro una, no sabían que yo TUVE el cargo de tesorero entonces, ni siquiera sabían de mi cargo como concejal.  ¡¡¡ OLE LOS TÍOS !!!.   Yo creía que me conocían de sobra, sólo sea por exclusión sopesada de su fiesta patronal.

Lo propito para que los allí presentes, en presencia judicial, viéramos clarito clarito que dos cagadas seguidas son diarrea, y que a su olor nadie resiste.   Me produjo diarrea hasta a mí, que acentuado por mi traje negro y mi corbata oscura, me atreví a subrayar en conclusión, por si acaso no había quedado claro, que el de verde es un mentiroso, atestiguados los hechos.    

Al "FLORENCIO", todo sea por ayudar al amigo, no habría de nombrarle si no fuera porque su ayuda pretendió sobrepasar el límite, perjudicando a la pobre mía, la "PILAR", convirtiendo unas insignificantes mentiras en toda una moraleja de vida de la que no va a serle fácil la huida, haber sido reducido a "moneda falsa en el bolsillo".  En definitiva, al de verde "le han pillao con el carrito del helao",  y al otro de verde apolillado también, por parlero (metomentodo en sentido coloquial).  

La vuelta a la tortilla, el de verde, que denuncia indignado por ser llamado mentiroso, se encuentra con que pierde la sentencia por mentiroso. Ole.  El placer que el de verde siente cuando medita una denuncia, y otros adláteres por lo mismo, es infinitamente más pequeño que el que uno siente al escribir estas líneas, en descargo.  

Colorín colorado, este capítulo ha terminado, por ahora, porque todos sabemos que el camino se acaba y hay un tonto que sigue.


¡¡¡ Ahhhh !!!  esto no sé si se pone al principio o al final: 

"Este relato está basado en un hecho real, pero se ha reservado la identidad de los personajes, cualquier parecido de estos con la realidad es pura coincidencia".