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DIARIO HOY
MANUELA MARTÍN Badajoz
Viernes, 17 noviembre 2017, 23:04
La sociedad propietaria de una finca cinegética en Zarza Capilla deberá indemnizar a la arrendataria con más de 600.000 euros
Apyme Don Benito señala que lo importante es que se haga la A-43 y no el trazado ( El Periódico Extremadura - 12/02/2017 )
Nuestro paisano Sebastián Moralo Gallego tomará posesión hoy martes de su nuevo cargo como Magistrado de la Sala Cuarta de lo Social del Tribunal Supremo, en un acto presidido por el Presidente del CGPJ D. Carlos Lesmes.
Ingresó en la Carrera Judicial en 1985 y tuvo su primer destino en el Juzgado de Distrito de Rubí, para pasar luego al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Sabadell. Desde 1990 ha sido magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Además, ha ejercido diversas responsabilidades en la Escuela Judicial de Barcelona y ha sido miembro de la Sala de Gobierno del TSJ catalán y de la Comisión Nacional de Seguridad y Salud de la Carrera Judicial.
Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona, Sebastián Moralo cuenta con experiencia docente como profesor asociado de la Facultad de Derecho de la Universidad Pompeu Fabra de la capital catalana y ha participado como ponente en numerosos cursos y seminarios.
También es autor de diversas publicaciones jurídicas y artículos doctrinales como 'El acceso a la carrera judicial mediante oposición libre', 'El mobbing o acoso laboral en el trabajo: responsabilidad social', 'El ejercicio de la huelga y el impacto de las nuevas tecnologías y la descentralización productiva' y 'La competencia jurisdiccional en materia de responsabilidad civil derivada de accidente de trabajo'.
Enhorabuena.
Alejandro García Galán, Cronista Oficial de Peñalsordo (Badajoz)
Hace ya algunos años realicé sin otra compañía que mi coche un recorrido por el Viejo Reino de Jaén. Mantengo un extraordinario recuerdo de aquel viaje transcurrido entre hermosas poblaciones históricas con sus campos cuajados de olivos u olivas, como allí se les conoce. El viaje duró aproximadamente una semana, una semana septembrina, tras la cual pude contemplar sobre el lugar las muchas y variadas realidades arqueológicas, artísticas y humanas de la conocida hoy como provincia de Jaén. Por aquel tiempo no me podía imaginar que se celebraría en el año 2015 el Congreso de Cronistas Españoles en su capital; de ahí que no anotase dato alguno de los tantísimos que podía haber seleccionado. No obstante, aún conservo en mi retina y mis neuronas suficientes recuerdos para dar salida a una aportación personal de aquellos momentos.
Lo primero que me planteé cuando supe que en Oviedo (2014) se había elegido Jaén para celebrar el Congreso de 2015, fue qué tenían en común Peñalsordo, del cual soy su cronista oficial, y Jaén. Nada, me contesté a mí mismo; salvo que en 1226 el conquistador del territorio de Capilla, el rey Fernando III el Santo, había acordado con las autoridades musulmanas competentes, en cuyo entorno, con el tiempo estaría ubicada la que más tarde sería la aldea de La Peña del Sordo (Peñalsordo), el acuerdo de que los musulmanes residentes en el territorio de Capela, futura Capilla, pudiesen trasladarse directamente hasta la población de Baeza, sin perjuicio alguno, en lo que más tarde sería Reino de Jaén, cerca asimismo de esta ciudad. Como observamos, nada había entre Peñalsordo, que aún no existía, y Jaén; sí entre Capilla y Baeza. Los musulmanes volverían a tomar de nuevo la fortaleza de Capilla que conservaron, hasta que dos años más tarde la pierden definitivamente en manos cristianas, marchando los musulmanes allí residentes a Baeza. De aquel hecho en la posterioridad quedó esta popular quintilla ensalzando al caballero castellano Alfonso Olalla López de Villalobos :
Alfonsino caballero
de las huestes de Castilla,
buen galán, hidalgo entero,
y ganador de Capilla,
murió como buen guerrero.
Así pues, ya tenemos algo en común, me dije, entre Jaén y Peñalsordo: la proximidad de ambas poblaciones a Baeza y Capilla respectivamente. Pues, adelante…
Recuerdos académicos: geográficos e históricos primigenios
Posiblemente mi primer recuerdo de la provincia de Jaén venga asociado, cuando siendo yo muy niño aprendí memorísticamente en la escuela de mi pueblo las ocho provincias andaluzas; reseñadas, por lo demás, en un viejo, destartalado y sucio mapa que colgaba de aquella escuela lúgubre y pobre a la que asistí siendo muy pequeño. También recuerdo de aquellos primeros años abiertos al conocimiento, cómo el río Guadalquivir atravesaba la provincia jiennense de Este a Oeste. De geografía, poco más podría añadir. De historia era para mí un recuerdo por repetido la batalla de Las Navas de Tolosa, que tanto habíamos oído en boca de nuestros mayores o tal vez en los medios de difusión o puede más bien de la lectura de algún libro que llegase a mis manos. Sin duda fue ya más tarde, con enseñanza reglada en "el colegio de pago" de Don Benito cuando tuve acceso al estudio academicista de sus montañas, ríos, comarcas, ciudades… que aprendíamos de la mano de aquel genial maestro, don Santos Yedro, en el claretiano Corazón de María, que portaba un misterioso puntero encendiéndose cuando acertabas la pregunta en el mapa; de aquel modo aprendimos dónde se encontraba la cordillera de Sierra Morena, con Despeñaperros, o la Sierra de Cazorla o la de Segura, por poner algún ejemplo. Así mismo los ríos que bañan sus tierras, empezando por el Guadalquivir y el Segura, que tienen sus cabeceras en estas tierras montañosas; pero también los afluentes de su Río Grande: el Guadalimar, el Jándula, el Guadiana Menor o el Guadalbullón; y sus poblaciones más importantes. Además de Jaén, supimos que existían Linares y La Carolina, Úbeda y Baeza, Andújar y Cazorla, Segura de la Sierra y Beas de Segura…, territorios todos repletos de amplios mares verde oliva; la provincia más olivarera de España, leíamos y aprendíamos, relegando a un cuarto puesto a la mía, Badajoz; tras Córdoba y Sevilla.
Compañeros militares en Obejo y Cádiz
Y tras los estudios oficiales y algún año trabajando en Guipúzcoa, llegaron los "tiempos de mili" corriente. En primer lugar decir que realicé el campamento en Obejo, provincia de Córdoba, rodeado de compañeros de la Andalucía Occidental y Badajoz, por mor de las Capitanías generales del momento. Y tres meses más tarde de nuestro ingreso en la sierra cordobesa, a los reclutas nos destinarían hasta los respectivos cuarteles. Mi destino fue al Regimiento de Artillería, número 15, en la Avenida López Pinto de Cádiz. Hasta allá tuve que desplazarme. Como éramos del tercer remplazo aterrizamos, aquellos "nuevos gaditanos" próximo a las Navidades de 1967. Ya desde un principio venía predestinado a la oficina de Instrucción y de Armamento; probablemente por mi desenvoltura con la máquina de escribir y esto en aquel tiempo era importante. Después de 17 meses de "servicio a la Patria" me dieron la licencia definitiva con el título de artillero de 2ª, y regresé a San Sebastián donde residía. Aproveché también aquel tiempo de estancia en la Tacita de Plata, entre otras cosas menos gratas, para visitar con frecuencia el magnífico Museo de Bellas Artes provincial; contenía, entre otros, un soberbio Zurbarán, aún lo recuerdo, se trataba de un San Bruno, procedente de la Cartuja de Jerez. Recuerdo con nostalgia asimismo los baños veraniegos en la larguísima playa de La Victoria; también tomé por entonces la decisión de matricularme como libre y examinarme en la Escuela Profesional de Comercio, de la mayoría de las asignaturas oficiales.
Mas el mejor recuerdo de aquellos 17 meses de "militar" fue sobre todo encontrarme en aquel Regimiento de Artillería, con dos compañeros realmente especiales, con los que entablé una constante y fluida amistad que duraría todo el tiempo que allí pasé. Fueron mis dos grandes amigos de "mili", con los que compartí todo el tiempo posible en el propio cuartel o nuestro tiempo de ocio paseando o visitando la ciudad. Sí, también los dos eran de Jaén: José Cazalilla Casas, de Mengíbar, a quien no volvería a ver jamás, y Antonio Díaz Quesada, de Pegalajar, a quien sí volví a ver tan sólo en una ocasión después de muchos años, en Madrid. Tras este recordatorio, dejamos la "mili" a un lado y a mis amigos jiennenses.
Jaén, levántate brava
Incorporado en la vida civil y residiendo en San Sebastián escuchaba por la radio o pickup a un cantante valenciano de voz varonil y grave, residente en Francia, muy popular por entonces; Paco Ibáñez era su nombre. Y entre aquel repertorio que llevaba de poetas sociales españoles, escuchaba la palabra de Miguel Hernández con sus "Andaluces de Jaén/ aceituneros altivos/ decidme en el alma/ de quién son (bis) esos olivos/ andaluces de Jaén" letra musicalizada por el propio Ibáñez. También escuchaba la letra de Gabriel Celaya en la misma voz. Más tarde me llegarían las voces de otros cantautores del momento como Joan Manuel Serrat, el paisano Pablo Guerrero, José Antonio Labordeta… y tantos otros. Y los libros de Luis Álvarez Lencero, Delgado Valhondo o Manuel Pacheco, todos extremeños.
Entrada y recorrido por el Viejo Reino
Tras un tiempo residiendo en Guipúzcoa y unos años en Barcelona, recalé en Madrid, donde sigo en la actualidad. En su momento me propuse visitar todo nuestro territorio nacional (hoy he recorrido las cincuenta provincias españolas). He de reconocer que en principio no sentía una gran atracción por la provincia jiennense, hasta que en un momento decidí que debía hacer un exhaustivo recorrido por el Viejo Reino. Y así lo hice.
Partiendo de Madrid en mi automóvil atravesé la llanada manchega hasta el puerto de Despeñaperros, encontrándome de frente con la gran depresión del Guadalquivir, por tanto con otro paisaje diferente al meseteño. Santa Elena y "decontao", que dirían en mi pueblo (enseguida), Las Navas de Tolosa. Aquí querría detenerme un instante para reflexionar que estaba junto al hecho probablemente más trascendental de la historia española en la Reconquista: la batalla de Las Navas de Tolosa. No ha habido en nuestro país historiador, político, cineasta, dramaturgo, programa televisivo…comprometido, nadie que haya tratado, así lo creemos, con la suficiente magnitud e importancia que aquel hecho supuso frente a los musulmanes y sobre la trascendencia en nuestro país. A partir de esta fecha (1212) la historia de la Reconquista tomará un rumbo muy distinto a todo el anterior. Los españoles estamos esperando que alguien nos recuerde vivamente hasta la saciedad con toda la magnitud posible que el hecho en sí tiene consigo y no pasando "de puntillas" como ha sucedido hasta el presente. Lo esperamos.
Y seguimos el viaje desviándonos hasta Baños de la Encina, para contemplar su impresionante alcazaba. Y retomamos nuestra infancia y años de adolescencia con la radio a todo volumen con la voz de Luisa Linares y Los Galindos: "De Baños era mi mare/ mi pare de Guarromán/ y yo del mismo Linares/ en donde dice el refrán/ que tres cosas son dos pares…" (…). "(…) El Centenillo, las minas, que es donde Castilla empieza y Andalucía termina… ¡Viva Jaén!". Pasamos por La Carolina, con topónimo de su hacedor, Carlos III, y contemplamos a la vez la labor del superintendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, Pablo de Olavide, y su poblamiento por gentes llegadas a la comarca de Centroeuropa a finales del siglo XVIII; conservando aún sus rasgos físicos germánicos y eslavos a pesar de sus apellidos actuales, García, Sánchez, Fernández o Rodríguez, por ejemplo.
Dejaríamos Linares a un lado sin entrar en su casco urbano, mientras no sin antes recordar de mis años académicos otra batalla importante que se dio en aquel lugar, ésta contra la tropa de Napoleón (19 de julio de 1808), ganada por las huestes del general Castaños Jáuregui, y a la par otras victorias de nuestros ejércitos: Arapiles, Vitoria y San Marcial. Nada se nos decía por ejemplo de Medellín, y eso que estábamos a escasa distancia de esta población, o de Talavera y Somosierra. Sí lo sabríamos con el tiempo, esculpidos sus nombres en el Arco de Triunfo en París.
Siguiendo el viaje alcancé a divisar y visitar una hermosa ciudad, Andújar, plana, en las márgenes del Guadalquivir, con excelente caserío civil y eclesiástico. Estando aquí, obviamente no podía dejar de subir hasta la sierra del Santuario de Santa María de la Cabeza; hermoso paisaje sin duda, hermosos edificios restaurados y recuerdos vivos una vez más de nuestro paso por las aulas del "colegio de pago" con la explicación sobre el bizarro Capitán Cortés en la clase de F.E.N. y la defensa de su Santuario-Cuartel frente a los soldados republicanos (rojos, se decía entonces) en nuestra guerra civil 1936-39.
(Con el tiempo, motivado por lazos familiares, Andújar pasaría a estar muy presente en mí siendo a la vez una ciudad muy querida, ya que de esta población es mi consuegro Francisco Palomino-Llaguno "Paco", padre de mi yerno Ignacio "Nacho", casado (2001) con mi hija María Palmira y ambos padres diligentes y bondadosos de mis adorados nietos Álvaro, Marta y Víctor. Antes había conocido también en Madrid a Francisco Márquez, también "Paco", jiennense de Alcaudete, casado con una prima mía, María Jesús Zarcero, fallecido en 2008).
Concluida la visita al santuario de la Virgen de la Cabeza, abandoné la autovía de Andalucía para adentrarme en la carretera que me llevaría a un lugar muy reconocido por mí durante mis estudios de arte. Me estoy refiriendo a la villa de Porcuna. De aquí procedían los viejos ídolos iberos que yo había contemplado en libros y diapositivas en clase, o revisando esas mismas esculturas prerromanas y romanas en el Museo Nacional de Arqueología de Madrid, esculpidas en roca caliza procedentes de sus canteras, tan abundantes todavía allí. Llamó poderosamente mi atención asimismo la casa excavada en piedra artísticamente labrada dentro de la misma población.
Ya camino de la capital, primero visitaría la famosa Peña de Martos con recuerdos leídos de su leyenda o tal vez históricos del rey castellano medieval Fernando IV -que a punto estuvo de costarle la vida-, para más tarde pasar por Torre del Campo, cuna de aquel maestro del flamenco, Juanito Valderrama, tan presente en mi adolescencia, juventud y madurez a través de la radio, cine y televisión; pues el flamenco creo que es la manifestación artístico-musical que más quiero de cuantas conozco. Por cierto, recuerdo que aquel día era feriado en Torre del Campo. También hice un recorrido por Torredonjimeno, sin grandes explicaciones. Y ya sí tomé la carretera en dirección a Jaén, en donde sí tengo presente que dormí un par de noches.
Dos visitas tenía previstas a las que no podía renunciar en la capital del Viejo Reino: su Castillo de Santa Catalina con parte de las ruinas de sus antañonas murallas, y la Catedral. Ambos recorridos superarían ciertamente mis expectativas artísticas. La ubicación del Castillo con un confortable parador, resulta de gran belleza, pues la vista de Jaén y su entorno son espléndidos. Y las almazaras en lontananza. Mas era sin duda la Catedral jiennense mi gran objetivo, por sus características particulares, lo que más había llamado mi atención desde que en la Universidad de Barcelona había estudiado Arte Hispánico, por la abundancia artística que conservamos en nuestro suelo patrio. Me habían llamado poderosamente la atención las catedrales de Granada, Málaga, Guadix y Jaén, por salirse de la costumbre habitual de las catedrales románicas y góticas, tan presentes en España y Europa. Y se me quedó grabado el nombre de Vandelvira. Al bajar del Castillo me quedé absorto al contemplar esta joya de catedral. Sin duda, la mano de un arquitecto ejemplar como fue Andrés de Vandelvira, trabajando en Jaén desde 1548 hasta su muerte alrededor de veinte años más tarde. Es bien patente que su arte sobresale del resto de otros maestros en un edificio que tardaría casi cinco siglos en concluirse (s. XIV-XIX), edificio que abarca desde el primitivo gótico, el puro renacimiento, barroco y neoclasicismo. Lo que más llamaría mi atención sería la solidez del edificio con su proporcionalidad y armonía. Y me sorprendió gratamente ver el templo del Sagrario, una joyita, adjunto a la Catedral, construido bajo la dirección del arquitecto regio Ventura Rodríguez, en el s. XVIII, ya en pleno neoclasicismo. Aproveché asimismo para callejear por una ciudad de trazas medievales con grandes cuestas recreándome en los baños árabes y especialmente en sus museos arqueológico y naif, donde recuerdo haber contemplado obras de Mercedes Barba, nuestra paisana de Fuenlabrada de los Montes, a quien había tratado yo tiempos atrás en el Hogar Extremeño de Madrid; también se exponía pintura de la muy popular María Pepa Estrada, malagueña, y otros reconocidos pintores españoles de este género.
En 2013 la RAECO celebró su XXXIX Congreso en la ciudad de Cáceres. Allí presentó nuestro compañero Vicente Oya Rodríguez, cronista oficial de Jaén y Cambil, una espléndida comunicación con el título de "La catedral de Jaén ante la declaración como Patrimonio de la Humanidad" y que he leído con fruición, dándome a conocer muchos datos históricos de este hermosísimo templo, el más representativo de todo el Reino de Jaén, donde se guarda, aparte varias obras de arte, la reliquia del Santo Rostro, todo ello dentro de uno de los edificios más representativos del Renacimiento español.
Mi siguiente visita serían las ciudades hermanas de Baeza y Úbeda. Ya hemos hablado de Baeza adonde tenían que haber llegado los musulmanes expulsados de la antigua Capela tras la toma de esta puebla con su castillo a los árabes. Pero Baeza no es sólo ciudad árabe, es también romana y prerromana, con sus hermosísimas fuentes y con esculturas romanas; mas Baeza es por encima de todo una ciudad renacentista, al igual que su vecina Úbeda; cosa sabida hasta la saciedad. Y no olvidemos que de Úbeda era el todopoderoso Francisco de los Cobos, secretario del emperador Carlos V. Él pagó templos y hospitales en ambas ciudades que han llegado hasta nuestros días con todo su esplendor, y donde dejó su impronta el gran Andrés de Vandelvira. Recordemos también que en Baeza enseñó francés en su instituto en la preguerra española el gran Antonio Machado, que había llegado a esta ciudad para aislarse del dolor por la muerte de su esposa Leonor, y donde escribiría algunos de sus más celebrados poemas aunque no los más alegres, ciudad por lo demás que abandona pronto para regresar a Castilla, a Segovia. En Baeza enseñaría asimismo otro buen amigo mío, Rafael Rodríguez-Moñino (m. 2005); en este caso con todos los honores, por los años ochenta, sobrino del gran humanista y sabio letrado don Antonio Rodríguez-Moñino (m. 1970) "príncipe de los bibliógrafos españoles".(Tiempo después a este recorrido realicé mi primer viaje a México, visitando entre otras la ciudad de Morelia, en tiempos coloniales se llamó Valladolid; observé el parecido tan grande entre ambas ciudades, tanto que de no saber que pisaba territorio mexicano podría pensar que me encontraba en la mismísima Úbeda o en Baeza).
Concluida mi estancia en Úbeda, partí de nuevo por carretera pasando por Villanueva del Arzobispo; estamos hablando del arzobispo de Toledo de finales del XIV, Pedro Tenorio, a quien entrega la población el rey Enrique III, y cuyo título de ciudad lo recibe a principios del siglo XX con Alfonso XIII; más tarde haré referencia a este hecho histórico con El Adelantado (Adelantamiento) de Cazorla y el arzobispado de Toledo. Lo cierto es que marchaba con dirección a la Subbética, concretando a las sierras de Cazorla y Segura, donde arrancan dos de los importantes ríos de la Península ibérica, el Guadalquivir y el Segura.
En primer lugar me detuve en Beas de Segura; en mi mente tenía muy presente por entonces mi conocimiento de San Juan de la Cruz, que había muerto en esta población jiennense y que había dejado en mí un imborrable recuerdo de su vida y obra de mis años de Filología Hispánica; considerando por mi parte, así como para otros muchos estudiosos de su obra, entonces y ahora la obra lírica del poeta de Fontiveros como el vate más lírico de todos los tiempos. Aquí en Beas, en una de las fundaciones, que visité, va a morir, aunque con el tiempo sus restos serían trasladados hasta Segovia, donde se hallan depositados en la actualidad. Desde aquí me trasladé hasta el nacimiento del río Guadalquivir. Como es natural aprecié poco caudal en su comienzo, para después acercarme hasta la población de Cazorla. Llamó mi atención su ubicación con sus imponentes rocas. Y aquí sí quiero detenerme un poco para poner en conocimiento de los lectores que ignoren la actuación de los distintos arzobispos toledanos desde los años cincuenta hasta nuestros días, pues estamos ante una arbitrariedad y un anacronismo de lo que ahora voy a exponer aunque sea brevemente.
En 1953, exactamente el 27 de agosto, el Régimen de Franco firma un nuevo Concordato con la Santa Sede. Un siglo antes, en 1851, hubo otro Concordato firmado por ambos países, reinando en España Isabel II. En los dos casos se aconsejaba que las fronteras civiles españolas, en lo posible, debían coincidir con las fronteras eclesiásticas del país. Fruto de la firma de 1851 la provincia de Ciudad Real se desmiembra en 1875 del arzobispado de Toledo, pues el papa crea un nuevo obispado de las Órdenes Militares, eligiendo al titular del nuevo obispado como ordinario de esta provincia ciudadrealeña. Igual suerte corre la entonces provincia de Madrid en 1885 al crearse la nueva diócesis de Madrid-Alcalá y por tanto separarse del arzobispado toledano al que también había pertenecido, lo mismo que había sucedido con Ciudad Real. Entre ambos concordatos como verán había transcurrido un siglo. Por los años cincuenta del siglo XX se crean varios obispados nuevos, como Albacete, Huelva, San Sebastián, Bilbao… y de nuevo el Vaticano señala la conveniencia de que las fronteras civiles y eclesiásticas coincidan. El arzobispado de Toledo pierde la provincia de Albacete; y con plena aceptación de los respectivos obispos de otras diócesis, incorpora a su diócesis 29 parroquias de Ávila y otras 7 de Cuenca; y a su vez, además de la separación de la provincia de Albacete que pasa a tener obispado propio, cede gran parte de la provincia de Guadalajara pasando los pueblos a la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, su nuevo nombre, y también pierde Toledo los pueblos jiennenses de lo que se denominaba EL ADELANTADO DE CAZORLA, cuyos pueblos y aldeas con sus respectivas parroquias se incorporan definitivamente en el obispado de Jaén. Incluso tres pueblos de la provincia de Granada, que aún pertenecían en la diócesis toledana, Huéscar, Puebla de Don Fadrique y Castilléjar con 9 parroquias, tras la reunión del señor arzobispo toledano y el señor obispo de Guadix, firman en 1954 que estas parroquias granadinas se incorporen al obispado de Guadix. Todo normal por lo tanto; pero nos enfrentamos a un reto. Resulta que la patrona de Extremadura, Nuestra Señora de Guadalupe, estaba dentro, y sigue, junto con su puebla en la diócesis de Toledo; así como otros 30 pueblos extremeños, aparte de Guadalupe, tanto de Cáceres como de Badajoz. Y aquí no; en este caso los correspondientes arzobispos que han ido pasando por Toledo han hecho oídos sordos de la reivindicación de los extremeños por su patrona, único caso en España y tal vez en el mundo, en que la patrona de una Comunidad esté eclesiásticamente dentro de otra comunidad que no es la suya. No hay ningún motivo para que esta anomalía permanezca aún en la actualidad. Creo que tan sólo el dinero que recauda el arzobispado toledano en estas parroquias, y muy especialmente en la parroquia de Guadalupe es el motivo por el que los arzobispos toledanos no cedan al clamor popular del pueblo extremeño que pide en gran mayoría que se solucione este ridículo anacronismo. Como anécdota reseñar que, por imperativos legales del Estado, los gastos ocasionados en los edificios religiosos ha de correr con ellos la Junta de Extremadura. Podría haber mayor injusticia… Un hecho más por tanto que nos unió en el mismo problema desde la Reconquista a la zona extremeña con los pueblos jiennenses de El Adelantado de Cazorla al haber pertenecido en ambos casos al mismo arzobispado, el de Toledo, durante tantos siglos. Pero los pueblos jiennenses pasaron en aquellos años cincuenta al obispado de Jaén. No ocurrió lo mismo con los pueblos extremeños de Badajoz y Cáceres.
No era especialmente Cazorla mi objetivo principal en esta visita, incluido su Parque Natural. Era Quesada. Desde muchos años atrás tenía yo colocada en lustrosos altares la pintura a Rafael Zabaleta, natural de esta población de El Adelantado de Cazorla donde había trabajado y donde se conservaba, había leído en varias ocasiones, un museo dedicado a este pintor y su obra. De ahí que siempre, desde su descubrimiento por mi parte, tuve gran interés por conocer la pintura y el museo que lleva su nombre en su misma localidad, Quesada. Me desplacé hasta esta pintoresca villa con ilusión y me encontré con una gran decepción, pues, si bien la población posee un interesante caserío, sin llegar a la notoriedad de Cazorla, pude contemplar que este museo que iba yo buscando expone pocos cuadros y no representativos de la categoría del artista local; amén de objetos personales o de trabajos del propio Zabaleta. Un tanto decepcionado por no encontrar lo que iba buscando, la magnífica pintura de Rafael Zabaleta, cogí mi auto con destino a Segura de la Sierra.
En un bellísimo paisaje en lo alto de un cerro muy escarpado, donde era difícil manejar el coche por sus calles, llegué hasta este hermosísimo pueblo serrano. La visita por sus empinadas calles y las vistas hermosas de su entorno puso fin a mi estancia en el Viejo Reino de Jaén, desde 1833 provincia de Jaén, por Real Decreto de 30 de noviembre, del motrileño Javier de Burgos.
Ahora sí, había llegado el momento de abandonar el Viejo Reino de Jaén. Cogiendo la carretera noreste de la provincia, me adentré en otrora Viejo Reino, el de Murcia, aunque hoy se trate de la provincia de Albacete, incluida en la Comunidad de Castilla-La Mancha, tras la división de España en autonomías.
Camino de Alcaraz, El Bonillo, Ossa de Montiel, Balazote, La Roda y Madrid
Atravesé la frontera entre Jaén y Albacete dejando a la derecha Salobre, continuando hasta otra población histórico-artística, Alcaraz, cerca de la sierra de su mismo nombre y patria chica del arquitecto Andrés de Vandelvira (1509-1575). Su caserío resulta interesante, la plaza principal de la población es la que llama más la atención con dos torres próximas renacentistas, la de la Trinidad y la del Tardón, en las que intervino su hijo más ilustre. Como se sabe, Vandelvira se compromete con la edificación de la catedral de Jaén, ciudad donde fallecería, y es necesario resaltar la influencia que tuvo el arquitecto en otros lugares de Andalucía; también dejó su impronta en Uclés y Toledo, aparte de Alcaraz, como ya hemos señalado.
Dejamos esta población para llegar hasta El Bonillo del que teníamos noticias interesantes con anterioridad. Población de casi 3000 habitantes, pertenece a los Campos de Montiel. Había llamado nuestra atención con anterioridad por recordar que allí se conservaba un Museo Parroquial con importantes obras como un Greco, "Cristo con la cruz al hombro"; un Vicente López, "El milagro del Cristo"; un Andrea del Sarto, "La Magdalena" e incluso dos cuadros atribuidos a José de Ribera "El Españoleto", "San Pedro" y "San Vicente Ferrer". Pero no sólo es este museo digno de su contemplación; asimismo hemos de señalar su muy bien esculpida Picota medieval y la extraordinaria Casa Consistorial, de purísimo Renacimiento.
Salí de El Bonillo para dirigirme a Ossa de Montiel y sus lagunas de Ruidera. No me acerqué a contemplarlas en esta ocasión, pues las tenía muy presentes de anteriores visitas. En Ossa pude contemplar el Museo Etnográfico, que en alguien como yo, que había sido niño procedente del campo extremeño, me llamó poderosamente la atención.
Posteriormente llegué a Munera, recorriendo su espléndido castillo y de nuevo en el coche continué mi camino bordeando Balazate, que me recordó su Bicha del Arqueológico madrileño, y sin parar en la capital, Albacete, lo mismo que con La Gineta, llegar hasta La Roda de la Mancha, patria chica del maestro de maestros lingüistas Tomás Navarro Tomás, en el ALPI (Atlas Lingüístico de la Península Ibérica); y tras las consiguientes adquisiciones de los famosos dulces que aquí se elaboran, tomé de nuevo el coche rumbo a mi domicilio en Madrid. El viaje, un bello viaje sin duda, por el Viejo Reino de Jaén había concluido. Gracias a los compañeros de la RAECO y a las autoridades jiennenses por haber elegido Jaén para este XLI Congreso de Cronistas Oficiales.